Võ Nguyên Giáp |
Martín Miguel de Güemes |
Las tareas de la transición al Desarrollo y la Defensa Nacional.
Se ha dicho que el Desarrollo es el nuevo nombre de la Paz.
Muchas y muy valiosas son las implicancias de tal
afirmación. El Desarrollo abate en gran medida la posibilidad de conflictos, a
la vez que permite enfrentarlos mejor si son inevitables.
Por cierto el Desarrollo del que aquí se habla es diferente
del mero Crecimiento económico. Este último puede ser temporario y ocasional,
fruto de una circunstancial fortuna. El Desarrollo implica además,
sustentabilidad y equidad.
Cuando la
Defensa, y paralelamente la Seguridad Externa
e Interna, son consideradas en el caso de una Nación cuyo desarrollo se halla
inconcluso, inevitablemente surgen problemas complejos y de difícil resolución.
Si la
Defensa se “ajusta” a la realidad del Subdesarrollo, se torna
débil e insuficiente.
Si en cambio se la privilegia, el dilema reaparece bajo la
forma de insuficiencias en los demás sectores presupuestarios.
La resolución del dilema pareciera recorrer necesariamente
dos etapas sucesivas.
Una primera en la que, con ingenio, hay que hacer fuerza de
debilidad. Esto implica una organización social para la Defensa de emergencia en
la que, aún con escasez de recursos, el costo para el agresor sea difícil de tolerar.
En una segunda, sencillamente la Nación debe evolucionar
hacia su potencial, lo que exige que los componentes esenciales del Desarrollo
comiencen a manifestarse también en el ámbito específico. Es evidente que
cuando nuestra observación se aleja del ambiente de los países avanzados, en
los demás tanto la Defensa
como la Seguridad Externa,
parecen altamente condicionales.
El Desarrollo se define para nosotros como la capacidad de
una Nación de llevar adelante sus producciones con excelencia y autonomía, a la vez que difunde generosamente y ampliamente los beneficios de las mismas
entre sus ciudadanos.
Pero el paso del Subdesarrollo al Desarrollo se ha dado en
muy pocos países, fuera de aquellos que inicialmente tomaron ventaja con el
surgimiento de la Revolución
Industrial. Tanto es así que constituye aún
un verdadero enigma para las Ciencias Sociales, que por ahora no están en
condiciones de aportar una receta probada para tal objetivo.
Es una vana pretensión de la Ciencia Económica
creer que tiene la respuesta absoluta.
La
Economía puede generar un marco macroeconómico estable y
eficiencia en la asignación de recursos, pero esto es condición necesaria,
nunca condición suficiente.
Es errónea la creencia de que la correcta asignación de los
recursos escasos conduce al Desarrollo. Esta ideología sesgada es fruto de ver la Economía como un fenómeno
sólo de cambio
(neoclásica-neoliberal), es decir de comercio. La Economía es también la
ciencia de la producción
(clásica-keynesiana), y de la evolución que ésta tiene según las técnicas que
la cultura de una sociedad ha logrado.
Cuando hay brecha tecnológica entre dos naciones hay
Dependencia, aunque ésta no sea el resultado de una invasión o una imposición.
Simplemente se ha de intercambiar trabajo mal remunerado por trabajo muy bien
pago. Es el Intercambio Desigual.
Cerrar la brecha tecnológica no es tarea fácil. Por de
pronto no se logra con autarquía, como lo demuestra el fracaso de la ex Unión
Soviética.
Se requiere lograr algunas
y suficientes producciones con
excelencia técnica para vincularse al Mundo con alto valor agregado. Y así
intercambiar virtuosamente. Esto se puede hacer por la propia investigación y
desarrollo (I+D+i), por investigación asociada con otros países, por
transferencia tecnológica, por copia y evolución autónoma, pero siempre debe
implicar una actitud activa y un sujeto social que la encarne.
Cuando una nación o región llega al Desarrollo, es decir al
dominio de técnicas productivas de avanzada, podrá sufrir crisis financieras o
destrucción bélica, pero una vez superadas estas circunstancias, se ha de
levantar porque el conocimiento perdura en su cultura. Es difícil encontrar en
la Historia casos de involución técnica, salvo cuando todo es destruido por una
potencia. Por eso es necesaria la Defensa.
Entre los ejemplos de Naciones que lograron el Desarrollo,
algunas lo hicieron por sus capitalistas, otras por sus gobiernos, otras por
sus sociedades, otras por sus científicos, algunas por sus militares y las más
por una combinación de estos factores.
En los países que aun no han completado su desarrollo, su
empresariado no resulta por sí sólo un factor de evolución social. Y en
ocasiones es un obstáculo, cuando sólo tiene objetivos sectoriales.
Japón y Brasil, de modos diferentes, ejemplifican casos en
que el factor militar ha sido determinante o coadyuvante del paso al
Desarrollo, dando sustento al empresariado para el despliegue de su potencial.
Así como el Complejo Industrial-militar en EEUU, constituye el basamento de la
actual etapa de la Revolución Industrial,
la Revolución
Científico-técnica.
La evidente contrapartida es una situación superior en la
situación de la Defensa
y la Seguridad Externa.
La solución al dilema reside pues en que la inversión en
Defensa sea en gran medida una producción
dual y conjunta, de modo tal que las acciones preparatorias de la misma,
sean en tiempo de paz una contribución esencial a la inversión científico-
técnica privada, que de este modo resulta más eficiente y por tanto factible.
No se trata por cierto de que las FF AA ocupen su tiempo no
bélico en hacer tareas impropias, como frecuentemente se alega. Deben sí
involucrarse en aquello que, a la vez que las fortalece específicamente, aporta
externalidades a la sociedad en su conjunto.
La
Argentina tiene una larga tradición de esfuerzos inconclusos
en los que las FF AA se vincularon positivamente con el Desarrollo. Sus
pioneros lo fueron también de la Nación.
Savio, Mosconi, Baldrich y muchos más. Lamentablemente, los
desencuentros políticos hicieron que, por acción u omisión, esta tarea fuera
discontinuada.
Las FFAA de una nación no son sólo una reserva para tiempos
de guerra, cuya única misión en tiempos de paz es el entrenamiento. Quien así
piensa confunde Reserva con FF AA. Tampoco han de ser en Democracia un factor
de presión o una fuerza policial, lo que tornaría ilegítimo su accionar, en
desmedro de su función esencial.
Pueden ser y por tanto deben ser un vector de progreso al
servicio de su Pueblo.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar