lunes, 12 de junio de 2023

El Mito de la Productividad en las Relaciones Laborales.

Sorprenderá quizás si decimos que la Productividad Laboral depende del Empresario.

Valga pues esta afirmación a modo de boutade o provocación para iniciar un debate que, al final, termina determinando una cuestión muy seria. Esta cuestión es nada más y nada menos que la participación del ingreso de los trabajadores en el Ingreso Nacional o sea lo ganado en un año dado por toda la sociedad. Quizás no haga falta aclarar que el “resto”, entre comillas pues suele ser muy importante, es el beneficio de los empresarios y los rentistas. Ambos porcentajes constituyen los valores de la Distribución del Ingreso Nacional.
 
Sabemos también que la tradición política del Justicialismo popularizó la idea del 50% para cada uno de los componentes del proceso productivo, trabajadores y empresarios, como un paradigma de equidad.
Ciertamente esto es así si se lo compara con estos tiempos de predominio del Neoliberalismo. Pero en muchas ocasiones y en diversos países los trabajadores supieron lograr más del 50%. En algunos momentos de los gobiernos de Nestor Kirchner y Cristina Kirchner se retomó dicho nivel por un tiempo. Pero vale aclarar que no existe ningún hecho objetivo que convalide un techo para el ingreso de los trabajadores. Si estos fueran dueños de los medios de producción, es decir todos trabajadores propietarios, les correspondería el 100%, como es obvio.

 

Pero volvamos por un momento a la “provocación” del principio. La afirmación de que la productividad depende del empresario. Y adentrémonos entonces en el análisis de qué cosa es, científicamente, la productividad.

La Productividad es un hecho físico no monetario. Unidades de Producto/cantidad de horas trabajadas.
Es casi más bien un tema de ingenieros de producción. 

Si uno se pregunta de qué depende, la respuesta más seria es que depende de la tecnología. Los trabajadores son más o menos productivos dependiendo del equipo que se les provee. Por eso la afirmación inicial funciona como provocación pero es una realidad objetiva al mismo tiempo.

Para la Ciencia Económica, en cualquiera de sus escuelas de pensamiento, la productividad laboral es el cociente entre producto y cantidad de horas que se requieren para lograrlo. Y esto, subrayémoslo, depende solo del equipo de producción con que se trabaja.

Un trabajador con un arado manual produce una tonelada de cereal en un tiempo dado y con un tractor la produce en la tercera parte de tiempo. Eso es la productividad y no otra cosa. Y el tractor es una inversión que realiza el empresario, al menos en una sociedad capitalista de mercado. Entendemos ahora la afirmación inicial.

Ocurre que el falso sentido común liberal nos ha habituado a confundir productividad con diligencia, empeño, aptitud, es decir buena disposición del trabajador para producir más en la misma unidad de tiempo.

Se induce a confusión con el concepto de eficacia.  Y el concepto de eficacia tiene poco que ver con la Economía y con las discusiones sobre nivel salarial que es a donde queremos llegar. Esto es así porque cuando se aplica una tecnología dada, la eficacia de los trabajadores se presume sabida al momento de su selección y formación técnica y se conforma un estándar de producción del colectivo laboral, Es más, suele ocurrir que, dado un cierto equipo de producción, este limite en los hechos la posibilidad de intensificar el trabajo y el esfuerzo.

En producciones con alto componente artesanal puede haber diferencia entre trabajadores, pero como en general son a destajo, el que produce más recibe más. Pero siempre está detrás la técnica empleada. Un nuevo equipo aumentará en general la productividad del operario eficaz y también la del menos eficaz. Además en general se promedia con lo que se tiene una suerte de estándar.
El problema con la alegación empresaria a la "productividad", un concepto de productividad impreciso y cambiante, es que juega con varios conceptos mal definidos y mal mezclados (rentabilidad, nivel de utilización del equipo de producción, capacidad organizativa del que conduce la producción-empleador-, etc.), Todo ello enderazado a crear una situación culpógena : No te puedo pagar más, no tengo rentabilidad, tengo que ahorrar, después te doy, etc.

 
Pero por sobre todo dá lugar a la lapidaria y fariseíca frase…No se puede aumentar si no aumenta la Productividad, dando por sentado que esta es responsabilidad del trabajador.
Esto es falso además porque en ocasiones muy frecuentes, como en el caso argentino, el “aumento” es solo actualización atrasada por la inflación previa. Es solo mantenimiento del poder adquisitivo, y por tanto no hay aumento real en discusión.
Solo hay verdadero aumento si este lo es en términos reales, es decir por encima de la inflación.

Llegados a este punto, es decir para dar aumentos reales más allá de la inflación, el empresario puede hacer una alegación, pero ésta no es la de la Productividad. Es en todo caso el tema de la Rentabilidad, pero el aumento que sólo lleva el valor del salario al lugar inicial, no puede objetarse ni por productividad ni por rentabilidad.
El problema debería resolverse fácil si los sindicalistas y los trabajadores le preguntaran con precisión al empleador ¿Como la medimos? ¿La medición es objetiva y controlable?
En la práctica no ocurre. Muchas veces no saben.

En una gran paritaria nacional no sería tan difícil medir el incremento de la productividad.. Si se toma el PBI per cápita, y este ha crecido por decir un número 3% en el año, los trabajadores han sido más productivos y podrían reclamar un salario real 3% más alto. (El Salario Real es el nominal ajustado por inflación).
Con ello no hacen más que pedir que su parte del Salario Relativo se mantenga. (El Salario Relativo es el peso de la suma de todos los salarios como % del PBI.) 

 Podrían además pretender un Salario Relativo mayor, es decir una participación en el Ingreso nacional mayor, si el empresario ha tenido mayor rentabilidad.

En los días del Neoliberalismo esto parece un sueño. Sin embargo, ocurrió. En los años de Franklin Delano Roosvelt, el Salario Relativo de EEUU era del 60 ó 70 %. Y ahora no llega al 35%. En las Socialdemocracias Escandinavas y del Norte de Europa también ocurrió, antes de que las socialdemocracias defeccionaran y se hicieran liberales.
Por supuesto, también ocurrió durante el Justicialismo.

Si le dicen al trabajador que se necesita mucha ganancia para poder invertir, no habría problema, el trabajador puede aceptar gustoso alguna cantidad de acciones que le provea de dividendos futuros, postergando moméntaneamente parte de su consumo. Nada impone que la relación Ahorro/Inversión versus Consumo sea igual a la relación Beneficios Empresariales versus Salario total. La inversión necesaria en una sociedad puede resultar y resulta de la Suma de la Inversión de los Capitalistas más la Inversión de los Trabajadores.

En definitiva, la distribución del ingreso no surge de ningún parámetro objetivo que limite materialmente las aspiraciones del trabajador. Es solo es resultado de la relación de fuerzas de cada sector, trabajadores y empleadores, que como es sabido depende de cada situación política.

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