sábado, 31 de octubre de 2020

El alzamiento de las Karen

 

Dada en el Conurbano Norte de Buenos Aires, en el mes de Octubre del Año del Coronavirus.

 por Amable Lopez Martinez

 


 

 En los Estados Unidos del Norte de América, el bello nombre de Karen ha adquirido un segundo uso, alternativo, en virtud del cual se señala, en modo peyorativo, a mujeres blancas irritables, racistas con o sin disimulo, prepotentes y que creen merecer más de lo que tienen. Existió siempre en Argentina un término equivalente, que no mencionaremos para no contribuir a expandir los modos de esta caracterización injusta. Motiva la escritura un tanto apresurada de estas líneas, la necesidad perentoria de describir en positivo modo a esas luchadoras y el deseo de difuminar la calumnia.

Las Karen no siempre son rubias. Les basta ser portadoras de dolicocefalia notoria. O creer que la llevan.

Es erróneo e inadecuado el racismo de quienes las consideran rubias a priori. O de clase media alta. O adineradas. O poderosas.

Resulta incluso que lo que algunos ven como prepotencia, quizás sea carácter y energía, las cosas son según como se las llame y se las llama según como se desea que sean vistas.

 

Ellas pueden ser de casi cualquier condición, por cuanto su despliegue ostentoso está muy democratizado. Solo requiere la sana aplicación del método comparativo, en dirección abajo. Aunque es mejor aclarar, por innecesario que parezca, que existen pseudo-Karen que se perciben como tales por el solo atributo del elemento aspiracional, lo que, según el consenso de la comunidad de validación, no alcanza el estándar aceptado. Siempre ocurre que los que están afuera quieren entrar.  Más innecesario aún es andar explicando cosas obvias, como que muchas señoras y señoritas con todos los atributos a priori y de pleno derecho, han renunciado a usarlos para ser Karen, por alguna extraña pervivencia de la decencia social.

En el Gran País del Norte, donde se dice que nacieron a la faz de la Tierra, son, según la Cadena Fox, injustamente vituperadas. Sabemos por los medios de comunicación de la notoria insumisión de negros de todo tipo, sudamericanos varios, musulmanes desacatados y otros desagradecidos de la inmigración. Todos estos personajes tienden a señalar a las Karen como las Karen los señalan a ellos, con un dedo acusador, en una discutible asimetría que las autoridades están analizando para determinar su legalidad.

Ellas creen actuar como defensoras de un orden que parece irse, y que en efecto se ha ido más de lo que se imaginan, cuando los decisores de última instancia de dicho gran país, creyeron llegado el momento de dar de baja el producto de las sensibilidades a su entender excesivas del Señor Franklin D. Roosevelt. Deslocalizar industrias, trabajar con migrantes sin papeles, mejorar los ingresos siempre insuficientes de los Atlas de la señora Raynd, son todas circunstancias quizás auspiciosas, según el mainstream de la siempre discutible Economics, pero que conspiran contra el orden anhelado por las Karen cuando aspiran.

Su accionar, el de las Karen, no se limita a la queja. Buscan edificar un orden social que restaure valores. Hacen en ese sentido, lo que pueden, porque aquí sí, no pueden superar lo que su cabeza logre pergueñar. Pasa a veces que no logran lograr los logros. Buscaron, con éxito, llenándole la cabeza a sus maridos, lograr un Presidente de la Nación Karen, por el bien de la Patria que debe cuidar al Mundo. Aquí cabe una aclaración. Puede existir un Karen varón, como excepción especialísima. Las Karen constituyen una cofradía extensa y secreta, en la que no se admiten hombres, así como en la Masonería no se admiten mujeres. Pero se hacen excepciones cuando acontece un gran evento. La reina de Inglaterra, Maggie Thatcher o el presidente Rubio, son ejemplos de cómo las cofradías supercerradas a veces se superabren. El fin justifica los medios. Dios sea loado.

El problema que no logran superar, pese a su enjundia y persistencia, a la que poco agregan los gritos, pero igual está bien, es que los decisores de última instancia tampoco tienen pensado restaurar todo. Un país rooseveltiano tendría clases trabajadoras blancas flotando en el sueño americano, con los negros todavía controlados y los otros con la puerta cerrada. Pero esto encarecería la mano de obra de los empresarios, tema del que las Karen no entienden porque no se ocupan de números. Para eso están sus maridos.

Afortunadamente, como suele ocurrir con las modas nacidas al Norte del río Bravo, la moda se ha trasladado a Latinaoamérica y ahora está de moda. Mientras escribimos estas líneas nos enteramos que una emblemática Karen del subcontinente amerindio ha sufrido un injusto revés a manos justamente, de unos amerindios. La señora Jeanine Añez, ella sí rubia, creemos, ha visto desconocida su buena gestión, en un ejemplo más de la perfidia y penetración del fenómeno populista, que tanto hace por afixiar aspiraciones. Rubia auténtica también, aunque no haga esto al fondo de la cuestión, una notable política argentina lucha y se desangra por la fe que la empecina, demostrando que si bien alguna esbeltez es recomendable para ser Karen, esto no constituye un requisito indispensable. Prueba clara de que las Karen no discriminan, entienden…?

Pero no importa. Un fenómeno social de alcance continental no se detendrá ante un simple traspié.

Las Karen del Sur del Río Bravo adoran los tours al extranjero, obvio, en busca de cultura. En ellos predican a sus contertulios sobre las causas del subdesarrollo y los modos de su superación. Los políticos populistas ganan elecciones, argumentan, regalando subsidios con los impuestos que les cobran a los pocos que trabajan, como ellas y sus maridos. Subsidios que bien harían falta para la fortalecer la escuela privada con gente educada que, reconocen que ya tienen, sí, puede ser, bueno, pero faltan muchas cosas. Nadie quiere trabajar, arguyen, en una generalización que, se sobreentiende, es una concesión a los buenos modales, pues está claro que no se refieren a toda la Sociedad. En ésta, hay gente que no es como uno y que no quiere trabajar como trabajan las Karen. No saben, no tienen obligación de saber, no pueden estar en todo, que el bueno de Juan Bautista Say fue desmentido hace tiempo por, entre otros, un Lord Británico muy perspicaz, al demostrar que la Oferta no crea su propia Demanda, como se creía. Y que, por tal dura circunstancia, los subsidios existen aquí y allá para que los empresarios tengan a quien vender y puedan por tanto obtener sus merecidos beneficios. Cosas de la Partida Doble, como descubriera Luca Pacioli, ese gran economista no reconocido por los economistas.

Las Karen, como es sabido, se encargan o esperan encargarse de la Reproducción y constitución de su parte de la Filogenia útil de la sociedad, de la conducción del personal auxiliar y de las compras de status y la búsqueda de colegio privado y club ídem.  Mientras tanto sus maridos se encargan de la Producción, tarea en la que muchas veces no están a la altura de las aspiraciones de las Karen, como por ejemplo cuando no alcanza para el colegio privado, el club ídem y la 4x4 de uso urbano, obvio. Pero es lo que hay.

Tampoco hay que permitir que el sociologismo ramplón catalogue a las Karen como pertenecientes a una clase social, estamento o tribu determinada. Hay un muy democrático derecho aspiracional que permite a cualquier señora o señorita del sur del Río Bravo, de cualquier clase social, inscribirse en el cursus honorum correspondiente y, por sobre todo, atravesarlo de forma instantánea, violando las restricciones de la Relatividad Especial. Suele ocurrir, lamentablemente, que dicho tránsito no garantice todos los beneficios del pertenecer, por lo cual las Karen tienen reservado cierto resentimiento social hacia arriba, muy pero muy callado. Ellas también serían socialistas, en un sentido muy específico y restringido, bien diferente del de los populismos todos.

Muestran también un particular encono, que algunos hipercríticos suponen que es odio o envidia, hacia las mujeres destacadas de los partidos progresistas, directamente proporcional al nivel cultural de la política objeto del encono e inversamente proporcional al nivel cultural de la Karen que en cada caso lo exprese, al encono nos referimos. En este particular aspecto muestran pasiones muy intensas, lo cual es una prueba de que saben ser apasionadas.

No son ajenas a los avances tecnológicos y la innovación, que no siempre son fenómenos complejos. Por dar un ejemplo, han descubierto y aplicado con intensidad la trifuncionalidad de un viejo utensilio, la cacerola, en cualquiera de sus formas. Les sirve tanto para su función originaria, como para manifestar su notable aunque reciente compromiso político y por último, pero no menos importante, también les sirve para pensar.

Son en esencia, personas seguras de sí mismas y de sus convicciones. Estas no emanan de dudosas elaboraciones intelectuales como las que leyeron sus maridos cuando eran solteros y tuvieron un verano progresista con alguna novia previa. Son, por el contrario, resultado del más genuino mandato evolucionista que las compele a potenciar el status social del Nido y sus productos. Este noble esfuerzo se ve restringido por los resultados normales de esa institución llamada Democracia. No la rechazan, seamos prestos en aclararlo. Solo desean que se ejerza con Educación Republicana, tal como la han internalizado ellas en las cadenas televisivas. Otro sería el cantar, dicen, si la chusma no fuera engañada por los demagogos que la traen a las ciudades. En curioso paralelismo con sus hermanas del Norte del Río Bravo, ignoran quizás lo difícil que sería, si la chusma no se desplaza, conseguir mucama y obreros de la construcción a precio razonable, es decir módico, y sin papeleo. Quizás no sepan, esto no sale en la tele, que las migraciones internas mucho tienen que ver con la disolución más o menos forzada de las viejas comunidades rurales. Donde los que no son como ellas debieron quedarse, pero no se quedaron, a plantar verdura y fruta y mantenerse austeramente, seguro que porque los trajo un populista para tener votos.

Muchas y muy firmes son esas sus convicciones. Imposible enumerarlas todas por cuanto forman parte de un amplio bagaje cultural, entendido el concepto de lo cultural en sentido antropológico, que no lógico.

Saben cómo se superaría la Inflación, el Subdesarrollo, la Corrupción y la Pobreza. Lo único que no se explican, a este respecto, es como los políticos, incluso los que ellas votan y votarán, no lo han hecho ya.

Saben mucho, muchísimo sobre el flagelo de la corrupción, como dicen en la tele. Han descubierto el origen criminis causa del patrimonio de casi todos los políticos, en especial en el caso de aquellos de pequeño y mediano patrimonio. Tal descubrimiento les fue allegado por conocimiento íntimo y revelado, no por el burocrático conocimiento investigativo. Prueba ésta de la indubitable posesión de una heurística integral. En el caso de los prójimos de patrimonio tamaño global, saben también o creen saber que no debería ser ilícito, por cuanto esa gente no necesita robar, afirman.

Es en este tema de la Corrupción donde muestran un profundo sentido de los valores familiares. Aplican sin dudar la distancia estructural. Los hechos ilícitos adquieren mayor gravedad, y motivan la clásica expresión ¡Qué horrooor ¡!!, cuando los protagonistas se hallan a gran distancia del núcleo familiar o social íntimo. Caso contrario, cabe hablar de que alguien “se movió bien” o que “no es ningún boludo”, en sobreentendida referencia al pariente o conocido que se mandó alguna acumulación originaria discutible, por amor a su linda familia,

Saben también cómo se soluciona el problema de la Inseguridad y la Drogadicción. Falta un gobierno fuerte, que tanta vuelta, faltaría más. Aunque guardan calladamente la duda maldita de porqué tales soluciones no llegaron cuando tales duros gobiernos se desempeñaron con la firmeza patriótica que los caracteriza. O porqué quizás alguno de sus hijos haya hecho una travesura con alguna sustancia, en una Rave. Sólo una vez, dicen. No se lo explican. La duda no es sólo la jactancia de los intelectuales, como diría algún uniformado. Es también, en el caso de los sociópatas, el subconsciente reprimido.

Saben que los políticos roban. Robar todos roban, dicen precautoriamente para no ser respondidas con ejemplos de latrocinios de los políticos que ellas han votado. Pero de los que se trata es de que gobiernen los que saben, dicen.

Saben que los gobernantes que ellas han apoyado, en ocasiones sin poder contar con toda la comprensión de sus impávidos maridos, han terminado mal. Pero no importa. Fallaron puntual y circunstancialmente. Es el único camino. El próximo lo va a hacer bien. Confianza nos les falta porque son, aunque no coincidan en nada con el Papa actual, Gente de Fe.

Saben, por sobre todo, que hay gente linda y gente fea. Dicen que eso no es ser racista y que tienen amigas de piel oscura. Y son muy conscientes, mucho más que el promedio de la sociedad, que esto requiere un Solución Final. Por eso su Alzamiento, que esperamos con cierto desespero, haber reivindicado como era menester.

 


 


 

 

 

 

               

 

 

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