martes, 28 de julio de 2020

Pensar la economía argentina después de la crisis multiple de 2019/2020

Julio de 2020
por Amable López Martinez



        El presente trabajo intenta delinear una Agenda de temas a considerar dados los problemas socioeconómicos del escenario argentino, tanto inmediatos como estratégicos. 

        Hablamos de una agenda por cuanto la elaboración de un Plan Integral exigiría un trabajo de gabinete y también de campo, de mayor envergadura. 

        La Crisis Múltiple resulta de la superposición de tres fenómenos: La crisis de la gestión neoliberal de 2015-2019, la crisis de Deuda Externa resultante, y la crisis derivada de la pandemia del covid-19. La primera y la tercera han provocado y provocarán recesión profunda. La segunda determina un condicionamiento futuro adicional. 

        Nuestro análisis supone un imaginario momento Cero luego de controlada la pandemia. Si en cambio esta no estuviera controlada y tuviera alta letalidad, es obvio que habría que aplicar los instrumentos propios de una economía de guerra o catástrofe, que se desarrollan sobre la marcha. 

1. Contención de la caída abrupta del nivel de actividad y de empleo antes del momento Cero. 

        Circunstancias como las presentes conducen a la suspensión de ciertos prejuicios sobre la acción estatal. Aun los anarquistas de derecha que dominan la cultura mediática aceptan por un tiempo los subsidios urgentes. Cuentan para ello con el aval “moral” de Milton Friedman. (el dinero desde el helicóptero). 

Claro está que, mientras no se discute que por un tiempo los gobiernos deben emitir, se discute en realidad a quien deben subsidiar. 

En primer lugar, se trata de generar ingresos alimentarios y de sostén en los sectores más vulnerables. En segunda instancia se determinan subsidios puente para actividades empresariales que no deberían quebrar sin gran perjuicio para el conjunto de la sociedad. 

En una concepción clásica/keynesiana de la economía política, es decir no neoclásica, es claro que se debe buscar el sostenimiento de la Demanda Efectiva. La Oferta no pareciera afectada en un primer momento, siempre que no caiga más profundo que la demanda, en su componente real (equipos de producción) aunque sí deberá considerarse su solvencia financiera (Capital) caso por caso, lo que exigirá normas legales ad-hoc. 

Tal sostenimiento viene dado necesariamente por el Estado, que en casos como el que nos ocupa es el único que gasta y hace gastar o invertir. En gran medida el Estado gastará con emisión monetaria y la inflación será menor a la pensada por los profetas de “los mercados”, si no se sobrepasan ciertas magnitudes. Al disminuir el multiplicador bancario, hay margen para la expansión de la base monetaria.

2. El condicionamiento de la Deuda Externa. 

        Argentina ha sido objeto de sucesivos procesos de endeudamiento en moneda extranjera fuerte en numerosas ocasiones, aunque sólo consideremos tiempos recientes. 

Eso se sabe, aunque en ese saber se suele ignorar el rasgo más perverso de dicho endeudamiento. El Activo que debiera ser constituido con los fondos recibidos en préstamo, en nuestro caso desaparece rápidamente y casi en su totalidad, por dos canales: a) Salida de capitales especulativos inflados por carry trade. b) formación de activos externos por residentes. 

En ambos casos el Activo es perdido por el Estado (reemplazado por pesos) pero en su haber queda el Pasivo. El Activo, ahora en manos de particulares, deja de ser fuente de repago y el Estado debe cargar sobre el conjunto de la Sociedad el repago de la deuda. Además, los servicios de la deuda no se pueden cubrir en moneda soberana. Para colmo de males, las tributaciones tampoco son en dólares. 

Este modelo de extracción financiado (y subsidiado) por el Estado es deseado por todos aquellos con algún excedente en pesos. Eso explica en gran medida el ciclo electoral. 

Este esquema es perverso, pero en parte insustentable. Conduce inevitablemente al Default, y en este caso reaparece la variante electoral popular. Sólo por un tiempo, hasta que se repare el daño, más mal que bien. Luego la exigencia de “inserción en el Mundo” reaparece. 

Este ciclo de endeudamiento (inútil) /default iniciado en 1975 y que coincide con la desarticulación de los consensos implícitos hasta ese año, debe cesar. Ese era y es el sentido del concepto de “vivir con lo nuestro” vertido por Aldo Ferrer, que fue distorsionado por mala fe como si fuera el deseo de una economía cerrada. 

Esto exige en lo inmediato renegociar la deuda para ganar dos o tres años de tiempo económico y político. En ese lapso la Restricción Externa será menos condicionante. Luego retornará por dos canales: a) reinicio de los pagos b) incremento de importaciones por reactivación. Sin embargo, una advertencia es importante. Las actuales negociaciones contemplan un exit yield (Tasa de riesgo país luego de las mismas) del 8% anual, según el Gobierno y del 11% anual, según los privados. Esto hace que la toma de créditos futuros, aun para inversiones productivas genuinas, resulta harto discutible con dichas tasas. Los defaults habidos se explican también por un montante impagable. Sólo sería lógico el financiamiento de organismos internacionales de promoción a tasas mucho menores. 

Es claro entonces que la salida del Ciclo de Endeudamiento requiere al menos desdolarizar gradual pero acumulativamente la economía argentina y superar definitivamente la Restricción Externa. 

3. Primera Etapa pospandemia. 

El arreglo de la deuda externa, como dijimos, será un respiro importante pero no una fuente de financiamiento expansivo. No habrá “desarrollo por invitación”. El gobierno deberá, en cuanto haga a la provisión de divisas indispensables, exprimir la financiación de organismos internacionales no condicionantes y la cooperación desarrollista con gobiernos extranjeros, si ésta se ofrece. Pero más allá de tales recursos el grueso de la financiación de inversiones deberá surgir de formas creativas de captación del ahorro local para su uso también local. Más aún por cuanto bien puede ocurrir que, al cabo de tres años de renegociada la deuda, esta se muestre de todos modos también “insustentable”. 

Macroeconomía. La salida de la pandemia encontrará al sistema bancario y a muchos particulares con excedentes monetarios atesorados. La recesión ha provocado carencias en los sectores de muy bajos ingresos, pero también postergación de consumo en los de medios y altos ingresos. Se trata entonces de movilizar estos fondos de manera más veloz de la que resultaría sin intervención estatal. Parece indispensable alguna forma de “nacionalización indirecta de los depósitos bancarios” forzando líneas de crédito orientadas a Consumo e Inversión, con tasas reguladas. Esta política es indispensable no sólo para impulsar la economía sino también para evitar la dolarización creciente de los excedentes monetarios. Se debería comenzar ya con algunas fracciones de los depósitos, asistiendo al sector productivo en dificultades pero solvente. 

Empleo. Será necesario impulsar la ejecución de obra pública y vivienda, aunque para ello haya que incrementar el gasto. En estas circunstancias, sin gasto no habrá recaudación tributaria. Se trata en particular y al principio de obra que requiera poco componente importado. La seriedad con que se acometan estos planes es crucial, dado que no resultaría socialmente aceptable que ocurran simples transferencias sin contrapartida de producto. 

Tributación. La importante emisión monetaria que impone la crisis, debe ser neutralizada en su potencial efecto inflacionario con una tributación que retire excedentes monetarios sin apelar a mecanismos de esterilización (gasto cuasi fiscal) que compliquen innecesariamente las finanzas públicas. Hay en este sentido un riesgo de se caiga en la tentación de remunerar en exceso las colocaciones en pesos, solucionando solo temporariamente la fuga al dólar. La tributación progresiva apunta no solo a la equidad como también a combatir el atesoramiento (dólar paralelo). El dólar paralelo, cuando genera una brecha excesiva con el formal, presiona hacia la devaluación. La devaluación es en Argentina el principal canal inflacionario. 

Distintas alternativas deberán ser examinadas. Blanqueo, moratoria, renta financiera, grandes fortunas, cuotas especiales, bienes suntuarios, etc. 

Racionamiento de divisas. De hecho, esta política se cumple por imperio de la propia realidad. Pero se deberá sostener, aunque no a través del proteccionismo absoluto. Aunque un desdoblamiento cambiario tiene inconvenientes, existe de hecho. Las importaciones no esenciales deberían ser llevadas a cabo con dólar billete, tributando del mismo modo. 

Salarios. Es posible que en la salida de la crisis la negociación salarial pierda fuerza. Habrá que buscar mecanismos de recuperación de poder adquisitivo indirectos que refuercen el salario mientras se recupera el empleo. Los convenios de trabajo surgidos al calor o más bien al frío de la emergencia, deben contener cláusulas de mejora ante la eventual reactivación. 

4. La Economía a mediano plazo.

 Superadas algunas urgencias, se deberá con premura construir instrumentos que apunten a superar las restricciones estructurales. Entendemos por “restricciones estructurales” todo lo contrario de las correcciones recomendadas por el mainstream, o sea ajuste fiscal indiscriminado. Toda política de coyuntura deberá tener un enlace con la política de transformación de la matriz productiva. Esto no es un mero deseo sino una exigencia ineludible si no se quiere recaer en el ciclo neoliberal. 

No hay en rigor alternativas fáciles basadas en recursos naturales o astutas inserciones en el Mundo. Los recursos naturales o las inserciones solo constituyen obvias conveniencias que no merecen más comentario. Salvo comentar, por si aún resultara necesario, que la adaptación pasiva es indicador de relación semi-colonial, con sus pocas ventajas y sus muchas desventajas.

Los casos de Corea del Sur, Singapur y China, antes Japón, indican lo que se debe hacer en materia de inserción en las Cadenas Globales de Valor. Latinoamérica en general, nos muestra hasta ahora lo que no se debe hacer. En los casos virtuosos la inserción genera formación de capital, tecnología y marcas nacionales. Si esto no se verifica, el subdesarrollo es la norma.

Gasto Público. El mismo deberá realizarse creando un plus significativo destinado a mejorar la competitividad de nuestra economía. La actual logística encarece exportaciones y disminuye la rentabilidad de las mismas y crea en algunos casos un cuello de botella que las inhibe.

Crédito y Bancos. Se deberá reformar la Ley de Entidades Financieras. Esta limita notablemente la autoridad del Banco Central sobre el sistema, tornando casi imposible cualquier asignación socialmente eficiente del crédito, si existe una asignación privada de mayor rentabilidad aparente e inmediata.

Dinero. Argentina es el país donde la experiencia de Bimonetarismo ha alcanzado su máxima expresión. Si bien hay otros casos a considerar, en ninguno es tan nítida la co-existencia de dos bases monetarias, una en moneda débil controlada por el Estado y otra en moneda fuerte controlada por los privados. La segunda conspira, sabotea y debilita la capacidad de ejecutar política monetaria por parte del Estado, con la consiguiente pérdida de gobernabilidad. Además de que, como ya se dijo, al presionar en modo recurrente hacia la devaluación, retroalimenta la inflación.

Es indispensable avanzar en la constitución de instituciones duraderas que concreten la desdolarización de la economía argentina. Es claro que dichas instituciones no pueden ser solo de carácter represivo, sino que deben actuar sobre la dolarización de hecho en un proceso gradual y acumulativo. Esto quizás requiera en el inicio, la legalización de un mercado de divisas paralelo, regulándolo y utilizándolo para el crédito solvente de largo plazo a través de fideicomisos externos. Es decir, sacando los dólares de la especulación y el atesoramiento y volcándolos al mercado visible. No sería a priori descartable la creación también de un instrumento legal de ahorro con valor constante, pero destinado a fines específicos de formación de capital social, y que no influya en el sistema monetario corriente. Cualquier mecanismo indexatorio es riesgoso en economías como la argentina, pero con los debidos recaudos podría ayudar a disminuir el atesoramiento en divisas, por tanto la dolarización de los precios de activos, a la vez que promover la construcción y otras formaciones de activos de interés social.

Si esto no se hace, cualquier manejo ingenioso de los instrumentos monetarios solucionará algunos problemas al tiempo que se crean otros, en forma de dilema permanente. En particular se deberán bloquear los mecanismos de carry trade que aprovechan las altas tasas en pesos, ilusoriamente antiinflacionarias, para incrementar en forma espuria la tenencia rentística de divisas. Las colocaciones en pesos deben rendir algo más que el dólar atesorado, pero sólo algo más.

Comercio Exterior y asociaciones estratégicas. La aplicación de retenciones a las exportaciones constituye un instrumento legítimo y necesario en lo inmediato., tanto por razones tributarias como estructurales. Sin embargo, podría ser mejorado por una regulación integral del comercio exterior como la que estuvo vigente con distintos gobiernos hasta 1976. La Juntas nacionales de granos y carnes, a las que se sumarían las de economías regionales deben ser restituidas como instrumento de promoción.

Nuestros vínculos comerciales son los que son. Ninguna asociación estratégica per se genera desarrollo como se verifica en el caso de México. Es su aprovechamiento activo y desarrollante lo que define su éxito.

Comercio Interior. Los efectos de la concentración oligopólica deben ser regulados con todos los instrumentos existentes. Fomento de nuevas empresas, empresas semi-públicas testigo, tributación diferenciada, precios de referencia, retenciones, rediseño de los encadenamientos productivos.

Servicios Públicos. La privatización de los servicios públicos e infraestructura de los años noventa fue ineficiente. En muchos casos el Estado siguió siendo el responsable de la Inversión. Se requiere un nuevo marco regulatorio que asegure beneficios de mercado no rentísticos, inversión y accesibilidad al consumidor. Sin olvidar el lógico retorno de la inversión que realiza el Estado y que no debe ser transferido a los concesionarios. Las cuentas públicas, en crisis constante, no son ajenas a la regulación eficaz de los servicios públicos, estén estos concesionados o no.

Pobreza e Indigencia. Los mecanismos de subsidios de emergencia proveen equidad social, a la vez que contención del conflicto y capacidad de demanda en la economía. Todo esto es muy cierto, aunque a veces no es suficientemente reconocido. Con todo, se debe avanzar en que tales mecanismos generen producción y organización social. Los Movimientos Populares han desarrollado una magnífica tarea que solo puede ser negada con mala fe.

Se debe considerar sin embargo que, el subsidio es un instrumento de rescate y subsistencia y debe evolucionar hacia formas de inserción productiva permanentes y sólidas. No hay que olvidar que la perversa cultura mediática actual estigmatiza al subsidiado y atiza el resentimiento social de clases medias bajas, con el consiguiente debilitamiento del consenso.

Política Agropecuaria. El sector agropecuario argentino se ha modernizado de modo endógeno con poca intervención estatal y sin una planificación global. Esto ha incrementado la producción, fenómeno que ocurre en casi todos los países por la veloz evolución técnica.

Constituye una tarea pendiente el delineamiento de una Política Agropecuaria Nacional que favorezca una mayor difusión de la propiedad agropecuaria rentable, la agricultura familiar tecnificada, nuevas y mayores producciones regionales, diversificación, internalización de tecnologías hoy importadas.

La política agropecuaria puede contribuir a un mejor despliegue territorial de la población y a la retención de la misma en regiones de origen, a través de la urbanización sostenible de las mismas.

Reindustrialización/Retecnificación/ Evolución de la Matriz productiva. Argentina vive desde 1975 un proceso de desindustrialización evidente. Lo que no parece evidente es como revertirlo, habida cuenta de las restricciones que, según algunos, impondría la actual globalización.

La Globalización, cualquiera sea el destino próximo de la misma, no debe ser visualizada con facilismo. Los países que se benefician con la misma son aquellos con capacidades tecnológicas propias o adquiridas en el proceso. Las ventajas mayores de la globalización recaen en los países con mayor dotación de Capacidades Tecnológicas, pues son los que conducen el proceso y captan las rentas extraordinarias. Los países receptores de capital deben acopiar en el proceso capacidades empresariales propias, antes que el capital emigre a otras zonas. Por lo demás, la adaptación pasiva solo sobre la base de mano de obra barata y/o recursos naturales conduce a una nueva relación de intercambio semi-colonial, y aun así solo es viable en países paupérrimos.

Las brechas tecnológicas son hoy mayores. Por dos motivos: a) por la inacción de 44 años b) por los cambios tecnológicos acelerados en ese período.

Sin embargo, las nuevas tecnologías también constituyen oportunidades. Las mismas son en ciertos casos muy significativos, algo menos capital intensivas y más cerebro intensivas. Debe destacarse además que los incrementos de productividad de las nuevas tecnologías impactan en todos los sectores, dejando atrás la clásica separación entre sectores primario, secundario y terciario. Por eso al concepto de reindustrialización se lo debe generalizar como retecnificación.

Con una adecuada elección de los sectores donde la brecha técnica es más susceptible de obturación, se puede lograr una Retecnificación de la economía argentina.

Una primera medida al alcance del Gobierno estaría dada por la multiplicación del INVAP, abriendo instituciones semejantes, con adecuando despliegue territorial, para actividades predefinidas según estudio, pero en las que muy probablemente se encuentren la Biotecnología, la Farmacología, los Nuevos Materiales, partes elegibles del complejo de Informático y de Inteligencia Artificial, partes elegibles de las industrias tradicionales como la metalurgia, y metalmecánica, por ejemplo.

El entramado de Universidades Nacionales debería sumarse en Red a esta estrategia, como así también las áreas pertinentes de las Fuerzas Armadas. Nunca se ha de resaltar suficientemente la estrecha vinculación, e interdependencia mutua, entre avance técnico y Defensa.

Se trata en realidad de crear un núcleo de emisión científico técnico, de dimensiones acordes a nuestra realidad y vinculado estrechamente a la aplicación productiva.

Tales institutos deberían ayudar a restituir el proceso que en su momento se llamara de Sustitución de Importaciones, y que ahora requiere nuevo nombre y nuevo contenido, pero no su negación. Sustituir importaciones es un objetivo que busca aumentar el trabajo nacional y mejorar la inserción en el mercado mundial. La protección no puede ni debe ser incondicional y absoluta.

Se trata de hacer evolucionar la Matriz Productiva con habilidad y eficiencia, sin restar actividades, pero sí incorporando nuevas.

En definitiva, todo esto se funda en la convicción estratégica de que, para países medianos y grandes, que no pueden sobrevivir solo en base a una inserción oportunista en el mercado mundial, las Capacidades Tecnológicas/Capacidades de Innovación, constituyen la explicación en última instancia de la obtención de bases materiales y morales para el Desarrollo y la Equidad distributiva.

Esto es plenamente compatible, demás está decirlo, con una economía sustentable y ecológica, que justamente es posible cuando se tienen los conocimientos suficientes para disminuir la presión extractiva y extensiva. Conocimientos además necesarios para reparar el daño ambiental ya producido. Las tecnologías nocivas son también primitivas en algún sentido y cualquier nostalgia por formas artesanales, falla en sustentar la población humana creciente. La tecnificación futura debe y puede ser modernizadora a la vez que reparadora.

Debería eludirse la creencia neoclásica, y a veces popular, de que existen múltiples y distintas combinaciones de mano de obra y equipo de producción, igualmente eficientes y elegibles. En todo caso existen producciones que, con el mejor equipo, son sin embargo mano de obra intensivas por su naturaleza.

La Matriz Productiva argentina genera, en su forma actual, lo que se ha dado en llamar Restricción Externa. Cuando la producción se expande, las importaciones indispensables crecen más aceleradamente que las exportaciones y conducen a crisis de balance de pagos, con la consiguiente devaluación y recesión. Esta es la razón bien entendida de la Sustitución Dinámica de Importaciones, que en realidad debe conducir a mayor apertura económica. La sustitución de importaciones, cuando es genuina, permite exportar nuevos bienes. No se puede, en el largo plazo, importar aquello para lo que no se generan fondos con exportaciones.

Distribución del Ingreso y Formación de Propiedad Popular. Si en algo tienen razón aquellos que pintan sombríos panoramas ante cualquier intento de una economía más justa y social, es en el hecho de que la capacidad de los sectores populares para pugnar por una mejor distribución del ingreso se halla menguada con las nuevas formas del Capitalismo, produciendo en ocasiones efectos contraproducentes.

Esto es cierto, pero no inevitable ni irreversible. Solo se requiere que la lucha sindical incorpore objetivos adicionales que se sumen a la tradicional lucha por el salario y condiciones laborales.

Un nuevo tipo de Concertación Social debe ser instaurado, semejante pero a la vez diferente, al que dio lugar a los Estados de Bienestar europeos de origen social-cristiano y socialdemócrata y de los que el Justicialismo constituyó un ejemplo en algunos aspectos superador.

Los trabajadores han sabido construir un capital social importante en el ámbito de la Salud. Este debe ser mantenido. Pero es necesario que en su agenda se incluya la formación de propiedad popular. Esta se daría de múltiples maneras, y no se limita al apoyo a las formas populares de producción. También debe abarcar la difusión de la propiedad de vivienda, equipo de producción, accionariado obrero y participación en los beneficios, según los casos y la oportunidad.  

Dicha Concertación será diferente en la medida que así lo exijan las nuevas técnicas y procesos productivos, pero ha de tener el mismo objetivo final o incluso uno superior. El Movimiento Obrero debe reconfigurar sus estrategias buscando participar en la gestión de la producción y los efectos de la producción. Solo así podrá lograr una mayor participación en el producto del trabajo social para beneficio propio y de la sociedad toda. Caso contrario, los deslizamientos de precios desbaratarán cualquier conquista.

Su accionar no puede limitarse a la presión para recuperar o incrementar ingreso nominal. Su influencia puede y debe extenderse al impulso desarrollista sectorial y nacional.

Consejo Económico y Social y las restricciones políticas. Es a todas luces evidente que el problema económico argentino es a la vez socioeconómico y político.

La puja distributiva alcanza aquí características únicas en el mundo y explica gran parte de nuestra inflación crónica. La misma es resultado de un sistema productivo donde los trabajadores tienen capacidad organizativa para defender el salario de sus pérdidas por inflación, pero el empresario tiene poder de retaliación inmediata en la formación de precios.

Es claro que Argentina debería tener desde hace mucho tiempo un espacio de concertación semejante al que existe en numerosos países europeos entre los que destacan Alemania, Austria y los escandinavos. En estos institutos ambas partes ceden, pero ambas partes se benefician. Las cesiones que se piden a los trabajadores deben tener en definitiva como contrapartida, una mejor participación en el creciente excedente productivo real. Cuando se habla de “mejoras por productividad” se suele ignorar que ha habido ingentes aumentos de productividad y los trabajadores no se han beneficiado.

Esta institución fue contemplada en el Modelo Argentino que dejara el General Perón en su última presidencia y la misma, si bien no resultaría en principio parte de los poderes del Estado, tampoco debería ser un mero órgano consultivo.

Al mismo tiempo, la concertación social y política debería ser un instrumento para la instalación de políticas públicas permanentes. Argentina tuvo hasta 1976, y pese a los retrocesos posteriores al 55, consensos implícitos aun en medio de las luchas sociales intensas. Como resultado de esos consensos la Educación, la Salud, los Servicios Públicos, los Recursos Naturales, junto a otras áreas, tenían un carácter público que no implicaba estatismo, pero si regulación comunitaria. Tal como es, por cierto, en el Mundo Desarrollado, aunque el anarquismo de derecha haya debilitado algunas instituciones.

La falta de estos consensos ha permitido que la sociedad toda sea víctima de políticas extremistas, que además de generar primarización y pauperización, han generado una brecha social imaginaria pero actuante, entre los que se salvan y los que pierden. La pobreza extrema en los suburbios y periurbios resulta amenazante aun para quienes se benefician de la misma y la mera represión es inefectiva, como se constata en toda Latinoamérica.

 Los medios de comunicación deben ser libérrimos, pero debe existir una expresión predominante de medios que expresen las necesidades objetivas de la sociedad. No debería esta cuestión ser ajena al Consejo Económico y Social. Como así también el normal funcionamiento de la Justicia.

Argentina está a tiempo de reconstituir su cohesión social. Todavía recibe migrantes y casi no los emite. Todavía es una excepción, pese a todo, en una Latinoamérica en decadencia.

No resultará fácil, porque las fuerzas disolventes que operan en la Región son como se ve, poderosas y han captado la adhesión de segmentos sociales mal orientados. Este retroceso de las políticas de inclusión social, impulsado por una seguidilla de golpes de Estado mediáticos, judiciales y desestabilizaciones varias, no instituyen sin embargo regímenes que superen el estancamiento. Sea quien sea el causante de los mismos, la región necesita oposiciones de Centro Derecha racionales a la vez que gobiernos populares eficientes. Un Consejo Económico Social debe constituir, a la vez que una plataforma para políticas estratégicas, un muro de contención al anarquismo rentístico y a las desestabilizaciones a la Democracia.

 

 

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