No hay en rigor alternativas fáciles
basadas en recursos naturales
o astutas inserciones en el Mundo. Los recursos naturales o las
inserciones solo constituyen obvias conveniencias que no merecen más
comentario. Salvo comentar, por si aún resultara necesario, que la adaptación
pasiva es indicador de relación semi-colonial, con sus pocas ventajas y sus muchas
desventajas.
Los casos de Corea del Sur, Singapur y
China, antes Japón, indican lo que se debe hacer en materia de inserción en las
Cadenas Globales de Valor. Latinoamérica en general, nos muestra hasta ahora lo
que no se debe hacer. En los casos virtuosos la inserción genera formación de
capital, tecnología y marcas nacionales.
Si esto no se verifica, el subdesarrollo es la norma.
Gasto Público. El mismo deberá realizarse creando un plus significativo destinado
a mejorar la competitividad de nuestra economía. La actual logística encarece
exportaciones y disminuye la rentabilidad de las mismas y crea en algunos casos
un cuello de botella que las inhibe.
Crédito y Bancos. Se deberá reformar la Ley de Entidades Financieras. Esta limita
notablemente la autoridad del Banco Central sobre el sistema, tornando casi
imposible cualquier asignación socialmente eficiente del crédito, si existe una
asignación privada de mayor rentabilidad aparente e inmediata.
Dinero.
Argentina es el país donde la experiencia de Bimonetarismo ha alcanzado su
máxima expresión. Si bien hay otros casos a considerar, en ninguno es tan
nítida la co-existencia de dos bases monetarias, una en moneda débil controlada
por el Estado y otra en moneda fuerte controlada por los privados. La segunda
conspira, sabotea y debilita la capacidad de ejecutar política monetaria por
parte del Estado, con la consiguiente pérdida de gobernabilidad. Además de que,
como ya se dijo, al presionar en modo recurrente hacia la devaluación,
retroalimenta la inflación.
Es indispensable avanzar en la constitución
de instituciones duraderas que concreten la desdolarización de la economía
argentina. Es claro que dichas instituciones no pueden ser solo de carácter
represivo, sino que deben actuar sobre la dolarización de hecho en un proceso
gradual y acumulativo. Esto quizás requiera en el inicio, la legalización de un
mercado de divisas paralelo, regulándolo y utilizándolo para el crédito
solvente de largo plazo a través de fideicomisos externos. Es decir, sacando
los dólares de la especulación y el atesoramiento y volcándolos al mercado
visible. No sería a priori descartable la creación también de un instrumento
legal de ahorro con valor constante, pero destinado a fines específicos de
formación de capital social, y que no influya en el sistema monetario
corriente. Cualquier mecanismo indexatorio es riesgoso en economías como la
argentina, pero con los debidos recaudos podría ayudar a disminuir el
atesoramiento en divisas, por tanto la dolarización de los precios de activos,
a la vez que promover la construcción y otras formaciones de activos de interés
social.
Si esto no se hace, cualquier manejo
ingenioso de los instrumentos monetarios solucionará algunos problemas al
tiempo que se crean otros, en forma de dilema permanente. En particular se
deberán bloquear los mecanismos de carry trade que aprovechan las altas tasas
en pesos, ilusoriamente antiinflacionarias, para incrementar en forma espuria
la tenencia rentística de divisas. Las colocaciones en pesos deben rendir algo
más que el dólar atesorado, pero sólo algo más.
Comercio Exterior y asociaciones
estratégicas. La aplicación de retenciones a las
exportaciones constituye un instrumento legítimo y necesario en lo inmediato.,
tanto por razones tributarias como estructurales. Sin embargo, podría ser
mejorado por una regulación integral del comercio exterior como la que estuvo
vigente con distintos gobiernos hasta 1976. La Juntas nacionales de granos y
carnes, a las que se sumarían las de economías regionales deben ser restituidas
como instrumento de promoción.
Nuestros vínculos comerciales son los que
son. Ninguna asociación estratégica per se genera desarrollo como se verifica
en el caso de México. Es su aprovechamiento activo y desarrollante lo que
define su éxito.
Comercio Interior. Los efectos de la concentración oligopólica deben ser regulados
con todos los instrumentos existentes. Fomento de nuevas empresas, empresas
semi-públicas testigo, tributación diferenciada, precios de referencia,
retenciones, rediseño de los encadenamientos productivos.
Servicios Públicos. La privatización de los servicios públicos e infraestructura de
los años noventa fue ineficiente. En muchos casos el Estado siguió siendo el
responsable de la Inversión. Se requiere un nuevo marco regulatorio que asegure
beneficios de mercado no rentísticos, inversión y accesibilidad al consumidor.
Sin olvidar el lógico retorno de la inversión que realiza el Estado y que no
debe ser transferido a los concesionarios. Las cuentas públicas, en crisis
constante, no son ajenas a la regulación eficaz de los servicios públicos,
estén estos concesionados o no.
Pobreza e Indigencia. Los mecanismos de subsidios de emergencia proveen equidad social,
a la vez que contención del conflicto y capacidad de demanda en la economía.
Todo esto es muy cierto, aunque a veces no es suficientemente reconocido. Con
todo, se debe avanzar en que tales mecanismos generen producción y organización
social. Los Movimientos Populares han desarrollado una magnífica tarea que solo
puede ser negada con mala fe.
Se debe considerar sin embargo que, el
subsidio es un instrumento de rescate y subsistencia y debe evolucionar hacia
formas de inserción productiva permanentes y sólidas. No hay que olvidar que la
perversa cultura mediática actual estigmatiza al subsidiado y atiza el
resentimiento social de clases medias bajas, con el consiguiente debilitamiento
del consenso.
Política Agropecuaria. El sector agropecuario argentino se ha modernizado de modo
endógeno con poca intervención estatal y sin una planificación global. Esto ha
incrementado la producción, fenómeno que ocurre en casi todos los países por la
veloz evolución técnica.
Constituye una tarea pendiente el
delineamiento de una Política Agropecuaria Nacional que favorezca una mayor
difusión de la propiedad agropecuaria rentable, la agricultura familiar
tecnificada, nuevas y mayores producciones regionales, diversificación,
internalización de tecnologías hoy importadas.
La política agropecuaria puede contribuir a
un mejor despliegue territorial de la población y a la retención de la misma en
regiones de origen, a través de la urbanización sostenible de las mismas.
Reindustrialización/Retecnificación/
Evolución de la Matriz productiva. Argentina vive
desde 1975 un proceso de desindustrialización evidente. Lo que no parece
evidente es como revertirlo, habida cuenta de las restricciones que, según
algunos, impondría la actual globalización.
La Globalización, cualquiera sea el destino
próximo de la misma, no debe ser visualizada con facilismo. Los países que se
benefician con la misma son aquellos con capacidades tecnológicas propias o
adquiridas en el proceso. Las ventajas mayores de la globalización recaen en
los países con mayor dotación de Capacidades Tecnológicas, pues son los que
conducen el proceso y captan las rentas extraordinarias. Los países receptores
de capital deben acopiar en el proceso capacidades empresariales propias, antes
que el capital emigre a otras zonas. Por lo demás, la adaptación pasiva solo sobre la base de mano de
obra barata y/o recursos naturales conduce a una nueva relación de intercambio semi-colonial,
y aun así solo es viable en países paupérrimos.
Las brechas tecnológicas son hoy mayores.
Por dos motivos: a) por la inacción de 44 años b) por los cambios tecnológicos
acelerados en ese período.
Sin embargo, las nuevas tecnologías también
constituyen oportunidades. Las mismas son en ciertos casos muy significativos, algo
menos capital intensivas y más cerebro intensivas. Debe destacarse
además que los incrementos de productividad de las nuevas tecnologías impactan
en todos los sectores, dejando atrás la clásica separación entre sectores
primario, secundario y terciario. Por eso al concepto de reindustrialización se lo debe generalizar como retecnificación.
Con una adecuada elección de los sectores
donde la brecha técnica es más susceptible de obturación, se puede lograr una
Retecnificación de la economía argentina.
Una primera medida al alcance del Gobierno
estaría dada por la multiplicación del INVAP, abriendo instituciones
semejantes, con adecuando despliegue territorial, para actividades predefinidas
según estudio, pero en las que muy probablemente se encuentren la
Biotecnología, la Farmacología, los Nuevos Materiales, partes elegibles del
complejo de Informático y de Inteligencia Artificial, partes elegibles de las
industrias tradicionales como la metalurgia, y metalmecánica, por ejemplo.
El entramado de Universidades Nacionales
debería sumarse en Red a esta estrategia, como así también las áreas
pertinentes de las Fuerzas Armadas. Nunca se ha de resaltar suficientemente la
estrecha vinculación, e interdependencia mutua, entre avance técnico y Defensa.
Se trata en realidad de crear un núcleo de
emisión científico técnico, de dimensiones acordes a nuestra realidad y
vinculado estrechamente a la aplicación productiva.
Tales institutos deberían ayudar a restituir
el proceso que en su momento se llamara de Sustitución de Importaciones, y que
ahora requiere nuevo nombre y nuevo contenido, pero no su negación. Sustituir
importaciones es un objetivo que busca aumentar el trabajo nacional y mejorar
la inserción en el mercado mundial. La protección no puede ni debe ser
incondicional y absoluta.
Se trata de hacer evolucionar la Matriz
Productiva con habilidad y eficiencia, sin restar actividades, pero sí
incorporando nuevas.
En definitiva, todo esto se funda en la
convicción estratégica de que, para países medianos y grandes, que no pueden
sobrevivir solo en base a una inserción oportunista en el mercado mundial, las Capacidades
Tecnológicas/Capacidades de Innovación, constituyen la explicación en
última instancia de la obtención de bases materiales y morales para el
Desarrollo y la Equidad distributiva.
Esto es plenamente compatible, demás está
decirlo, con una economía sustentable y ecológica, que justamente es posible
cuando se tienen los conocimientos suficientes para disminuir la presión
extractiva y extensiva. Conocimientos además necesarios para reparar el daño
ambiental ya producido. Las tecnologías nocivas son también primitivas en algún
sentido y cualquier nostalgia por formas artesanales, falla en sustentar la
población humana creciente. La tecnificación futura debe y puede ser
modernizadora a la vez que reparadora.
Debería eludirse la creencia neoclásica, y
a veces popular, de que existen múltiples y distintas combinaciones de mano de
obra y equipo de producción, igualmente eficientes y elegibles. En todo caso
existen producciones que, con el mejor equipo, son sin embargo mano de obra
intensivas por su naturaleza.
La Matriz Productiva argentina genera, en
su forma actual, lo que se ha dado en llamar Restricción Externa. Cuando la
producción se expande, las importaciones indispensables crecen más
aceleradamente que las exportaciones y conducen a crisis de balance de pagos,
con la consiguiente devaluación y recesión. Esta es la razón bien entendida de
la Sustitución Dinámica de Importaciones, que en realidad debe conducir a mayor apertura económica. La
sustitución de importaciones, cuando es genuina, permite exportar nuevos
bienes. No se puede, en el largo plazo, importar aquello para lo que no se
generan fondos con exportaciones.
Distribución del Ingreso y Formación de
Propiedad Popular. Si en algo tienen razón aquellos
que pintan sombríos panoramas ante cualquier intento de una economía más justa
y social, es en el hecho de que la capacidad de los sectores populares para
pugnar por una mejor distribución del ingreso se halla menguada con las nuevas
formas del Capitalismo, produciendo en ocasiones efectos contraproducentes.
Esto es cierto, pero no inevitable ni
irreversible. Solo se requiere que la lucha sindical incorpore objetivos
adicionales que se sumen a la tradicional lucha por el salario y condiciones
laborales.
Un nuevo tipo de Concertación Social debe
ser instaurado, semejante pero a la vez diferente, al que dio lugar a los
Estados de Bienestar europeos de origen social-cristiano y socialdemócrata y de
los que el Justicialismo constituyó un ejemplo en algunos aspectos superador.
Los trabajadores han sabido construir un
capital social importante en el ámbito de la Salud. Este debe ser mantenido. Pero
es necesario que en su agenda se incluya la formación de propiedad popular.
Esta se daría de múltiples maneras, y no se limita al apoyo a las formas
populares de producción. También debe abarcar la difusión de la propiedad de
vivienda, equipo de producción, accionariado obrero y participación en los
beneficios, según los casos y la oportunidad.
Dicha Concertación será diferente en la
medida que así lo exijan las nuevas técnicas y procesos productivos, pero ha de
tener el mismo objetivo final o incluso uno superior. El Movimiento Obrero debe
reconfigurar sus estrategias buscando participar en la gestión de la producción y los efectos
de la producción. Solo así podrá lograr una mayor participación en el producto
del trabajo social para beneficio propio y de la sociedad toda. Caso contrario,
los deslizamientos de precios desbaratarán cualquier conquista.
Su accionar no puede limitarse a la presión
para recuperar o incrementar ingreso nominal. Su influencia puede y debe
extenderse al impulso desarrollista sectorial y nacional.
Consejo Económico y Social y las
restricciones políticas. Es a todas luces evidente
que el problema económico argentino es a la vez socioeconómico y político.
La puja distributiva alcanza aquí
características únicas en el mundo y explica gran parte de nuestra inflación
crónica. La misma es resultado de un sistema productivo donde los trabajadores
tienen capacidad organizativa para defender el salario de sus pérdidas por
inflación, pero el empresario tiene poder de retaliación inmediata en la
formación de precios.
Es claro que Argentina debería tener desde
hace mucho tiempo un espacio de concertación semejante al que existe en
numerosos países europeos entre los que destacan Alemania, Austria y los
escandinavos. En estos institutos ambas
partes ceden, pero ambas partes se benefician. Las cesiones que se piden a
los trabajadores deben tener en definitiva como contrapartida, una mejor
participación en el creciente excedente productivo real. Cuando se habla de
“mejoras por productividad” se suele ignorar que ha habido ingentes aumentos de
productividad y los trabajadores no se han beneficiado.
Esta institución fue contemplada en el
Modelo Argentino que dejara el General Perón en su última presidencia y la
misma, si bien no resultaría en principio parte de los poderes del Estado,
tampoco debería ser un mero órgano consultivo.
Al mismo tiempo, la concertación social y
política debería ser un instrumento para la instalación de políticas públicas
permanentes. Argentina tuvo hasta 1976, y pese a los retrocesos posteriores al
55, consensos implícitos aun en medio de las luchas sociales intensas. Como
resultado de esos consensos la Educación, la Salud, los Servicios Públicos, los
Recursos Naturales, junto a otras áreas, tenían un carácter público que no
implicaba estatismo, pero si regulación comunitaria. Tal como es, por cierto,
en el Mundo Desarrollado, aunque el anarquismo de derecha haya debilitado
algunas instituciones.
La falta de estos consensos ha permitido
que la sociedad toda sea víctima de políticas extremistas, que además de
generar primarización y pauperización, han generado una brecha social
imaginaria pero actuante, entre los que se salvan y los que pierden. La pobreza
extrema en los suburbios y periurbios resulta amenazante aun para quienes se
benefician de la misma y la mera represión es inefectiva, como se constata en toda
Latinoamérica.
Los
medios de comunicación deben ser libérrimos, pero debe existir una expresión
predominante de medios que expresen las necesidades objetivas de la sociedad.
No debería esta cuestión ser ajena al Consejo Económico y Social. Como así
también el normal funcionamiento de la Justicia.
Argentina está a tiempo de reconstituir su
cohesión social. Todavía recibe migrantes y casi no los emite. Todavía es una
excepción, pese a todo, en una Latinoamérica en decadencia.
No resultará fácil, porque las fuerzas
disolventes que operan en la Región son como se ve, poderosas y han captado la
adhesión de segmentos sociales mal orientados. Este retroceso de las políticas
de inclusión social, impulsado por una seguidilla de golpes de Estado
mediáticos, judiciales y desestabilizaciones varias, no instituyen sin embargo
regímenes que superen el estancamiento. Sea quien sea el causante de los
mismos, la región necesita oposiciones de Centro Derecha racionales a la vez
que gobiernos populares eficientes. Un Consejo Económico Social debe
constituir, a la vez que una plataforma para políticas estratégicas, un muro de
contención al anarquismo rentístico y a las desestabilizaciones a la Democracia.
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